El uso de las células madre embrionarias para la cura de determinadas enfermedades viene siendo desde hace ya unos años un tema de debate en todo el mundo. Algunas personas se oponen a según ellos ¨asesinar¨ una futura vida humana para poder extraer estas preciadas células. Actualmente el empleo de este tipo de células está prohibido en casi todos los países. Pero… ¿Qué pasaría si cualquiera de nosotros nos quedásemos en una silla de ruedas para toda la vida? ¿Nos importarían tanto estos futuros seres humanos?
La respuesta adecuada, no hay otra, es que cualquiera aceptaríamos estos tipos de tratamientos que nos pudiesen permitir volver a caminar o curarnos un cáncer por ejemplo, sin cuestionarnos la procedencia de las células que forman nuestro tratamiento. No estoy de acuerdo con aquellas personas que defienden que al coger las células madre de un embrión se está matando a un ser humano porque el embrión no es consciente de nada, no está vivo.
Los gobiernos de los países no pueden prohibir la investigación y el tratamiento con las células madre procedentes de embriones humanos ya que tienen que garantizar el bienestar de todos los individuos y una persona con una enfermedad crónica o que le puede causar la muerte no lo tiene.
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